viernes, 22 de junio de 2012

Madres de Verdad

Picture Ser madre es muchísimo más que tener un bebé. Para criar un niño y realizar todo el trabajo que ello implica hay que ser una madre de verdad. Es una labor que exige plena dedicación. La maternidad es lisa y llanamente trabajo arduo. Sin embargo, nunca se aprecia a las mamás como se debe. Quienes nunca se han puesto en su pellejo simplemente no se dan cuenta del trabajo que cuesta. Exige gran fe y, como se dice, arrimar el hombro.  Aun con las comodidades de la vida moderna, que alivian mucho el trabajo de llevar un hogar, criar niños es una tarea de jornada completa.

La labor de una madre exige la fuerza de Sansón, la sabiduría de Salomón, la paciencia de Job, la fe de Abraham, la perspicacia de Daniel, y el valor y la habilidad administrativa del rey David. David era un luchador, y para ser madre hay que tener espíritu de lucha. Por si fuera poco, también se necesita el amor de Dios, de eso no cabe duda.

El trabajo de una madre es prácticamente el más importante del mundo. Las madres de la próxima generación labran el futuro. El mundo del mañana lo modelan las madres de hoy, según la educación que brinden a sus hijos.

Los niños nos llevan a tomarnos las cosas en serio y nos estimulan a conducirnos bien y a hacer el bien, a darles buen ejemplo y a instruirlos en el camino en que deben andar. Nos damos cuenta de la gran responsabilidad de tener la vida de un niñito en nuestras manos y del hecho de que se va a convertir en lo que nosotros hagamos de él. Por eso es posible que la última y mayor influencia que recibamos en la vida provenga de nuestros hijos.

Los psicólogos dicen que los niños aprenden más en los cinco primeros años de vida que en todo el resto. Esos primeros años son, pues, importantísimos. No podemos esperar hasta que hayan cumplido esa edad para iniciar nuestra labor educadora. Todos y cada uno de los días que van pasando son importantes. Los padres no solo tenemos la obligación de velar por que nuestros hijos coman y duerman bien, gocen de buena salud, tengan ropa y estén protegidos, sino también por que reciban formación y enseñanza, estímulo mental e inspiración espiritual.

Vuelvo a insistir en lo importantes que son los niños para el futuro, y en lo primordial que es la labor de una madre. Dios bendice a toda madre que se entregue por entero a esos preciosos obsequios que Él le ha dado por la eternidad: sus hijos. Es más, sin duda la bendice a diario por medios que los demás ni siquiera pueden imaginarse.

Instruye al niño en el camino correcto y aun en su vejez no lo abandonará (Proverbios 22:6). Cuando hayan crecido, tus hijos se sentirán agradecidos de haber tenido una madre de verdad.

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